En la dramática tanda de penaltis, Eduardo, el portero de Morelia, anotó desde los once pasos y atajó uno más para que su equipo se coronara campeón en un torneo juvenil en el estado de Michoacán, México.
Eduardo tiene 15 años y es bajito para su edad. A pesar de su talento, su estatura podría significar una barrera para que logre convertirse en futbolista profesional. Pero él sueña en grande y espera algún día huir de Michoacán, estado plagado por conflictos violentos.
“Existe mucha inseguridad aquí”, dice Eduardo. “Ya no puedes estar tanto tiempo en la calle por las cosas que pasan”.
Como es común en la mayoría de los michoacanos, Eduardo se reserva cuando habla de violencia y espera más preguntas para contar los detalles. “La semana pasada secuestraron a un amigo mío”, dice rápidamente.
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